Páginas

09 julio 2011

Love This Pain

No entiendo cómo algo tan placentero es considerado malo. A mí me divierte, me relaja mucho, es como si todo lo malo del mundo desapareciera en ese momento.


     Mi madre comienza a preocuparse. Dice que vivo aislada, que necesito salir de mi recámara y socializar, pero eso no me gusta en lo absoluto. Me gusta mi soledad, no hay nadie que pueda dañarme. Al fin y al cabo soy yo quien se mantiene sola, no ella.

     Me llevó con un doctor para que me ayudara, pero, ¿qué puede hacer? ¿Tiene acaso una droga que me mantenga feliz todo el tiempo? ¿O tal vez una que me haga olvidar esos momentos dolorosos de mi pasado? Si no es así, no me interesa.

     Los días pasaron y lo que ella llama “mi problema” mejoró. Se hizo más profundo, más duradero, más intenso. Me gustaba sentirlo, recorriendo primero mis brazos, después mi barriga, ahora mis piernas lo sienten también. Es como si la felicidad se encontrara en la punta de mi navaja.

     Odiaba tener que usar suéteres largos. Nunca me gustó usar faldas, son muy femeninas, así que mis jeans viejos con un suéter es más que suficiente para ocultar mis heridas. Mi madre no debía verlas o si no comenzaría a joderme de nuevo con este asunto. No entiendo por qué tanto problema, ¿acaso no quiere que su única hija sea feliz? Total, la culpa de esto la tiene su último novio y su pervertido deseo que llegaba a mi recámara cada noche. Mi mamá nunca me creyó, pero al menos terminó con él. Por su culpa hago esto, es la razón de mi tristeza y no morirá hasta que ese hombre lo haga primero.

     Las pesadillas seguían persiguiéndome cada noche, sólo para recordarme lo que viví hace no más de un año. Ese sentimiento de tristeza no desaparecía y la navaja comenzó a aburrirme, no era tan placentero como antes. ¿Ya no hay felicidad?, ¿placer? Necesitaba algo más fuerte, pero no sé que pueda ser...

     Desperté en una camilla de hospital, sin poderme mover mucho. No recuerdo que pasó. Lo único que recuerdo fue que, durante mi búsqueda de la felicidad, encontré una solución algo fuerte. Mi mamá dormía en la habitación, en el pequeño sofá para las visitas. Se veía angustiada, pero recién despertó, se lanzó hacia mí, abrazándome con una mezcla de felicidad, preocupación y satisfacción, todo condensado de manera perfecta. Me sentí feliz, sentí su amor más fuerte que nunca. ¿Habrá sido ese mi plan para obtener amor? No lo creo.

     Mi mamá –llorando- me dijo que no volviera a hacer eso. No contesté. No sé qué hice, pero al parecer estuvo mal. El doctor entró y le dijo a mi mamá que estaría bien, sólo eran unos cuantos huesos rotos. Estas últimas palabras me hicieron recordar todo. Mi solución: lanzarme del tejado. El dolor de la caída sería más fuerte que el de una simple navaja. Y al parecer funcionó, pero no como creí. Fue el abrazo el que me hizo sentirme amada.

     Mi mamá me visita cada día, siempre a la misma hora. Llega justo cuando el psicólogo se va. Ese hombre y yo hemos tenido charlas tan interesantes; creo que me ha ayudado mucho, me ha hecho ver el lado positivo de las cosas, me hizo darme cuenta del amor de mi madre. Creo que por fin saldré de esto. Eso espero.



Título de una canción de Lady Antebellum