Para Marruffo, con doble fu.
El dicho popular menciona que el aleteo de una mariposa puede originar un huracán del otro lado del mundo. Honestamente desconozco por completo cómo funciona esto, pero sé que describe la relación entre dos sucesos aparentemente aislados, y cómo una pequeña alteración puede modificar todo.
Algo
bueno de mi vida es que puedo afirmar que tengo a mi propia mariposa: la conocí
hace años y, he de decir, me desagradó a primera vista. Ni siquiera estoy
seguro por qué. Pero detrás de ese desagrado se escondieron un interés y una
imperiosa necesidad de conocerla. Y lo hice. Conocí los vivos colores de sus
alas, y el dulce sonido que generaba al aletear. Y quería verla volar alto, sin
obstáculos. Quería verla revoloteando libre y que sus alas iluminaran el cielo
a su alrededor.
Siendo romántico
y optimista diré que fue cosa del destino. Ambos encajamos de una manera ideal,
tanto que parecía que nos conocíamos de toda la vida. Nos volvimos inseparables.
Y planeábamos volar a todos lados juntos, pero no sucedió.
Aunque no fue
al otro lado del mundo, el aleteo trajo consigo un huracán: una serie de
sucesos de los cuales no hay ni un ápice de orgullo. Una tormenta que impidió
ese deseado vuelo y que separó nuestros caminos. Ese huracán originó caos, pero
citando a Saramago: El caos es un orden por descifrar.
Los años han
pasado ya y creo que lo descifré. Mi mariposa sigue volando por ahí. Yo, con la emoción de un
entomólogo, quisiera presenciar la majestuosidad de su vuelo, y acompañarla en
su viaje, pero aún soy una oruga que espera a sus alas. Quizá ese momento nunca
llegará. Quizá sólo deba esperar un poco más. De cualquier modo, estaré aquí, y
soportaré tantos huracanes como sus alas provoquen, porque es la mejor mariposa
que en la vida encontraré.
Título de una canción de Muse.