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14 agosto 2014

Story of My Life

La lluvia caía mientras estaba tranquilamente sentado en una pequeña banca entre unos edificios de la universidad. Las heladas gotitas chocaban contra mi piel, provocándome pequeños escalofríos algunas veces, mas no quería dejar mi asiento aunque me estuviese mojando. Era un buen lugar, no había mucha gente a mi alrededor y lo único que percibía era el sonido del agua caer y ese particular aroma a tierra mojada. Eso, y también un niño pequeño a unos cuantos metros de mí.
         Me di cuenta después de unos minutos que no había dejado de observar a ese niño desde que supe que estaba ahí. Era como cualquier niño, pero lo que llamó mi atención es que jugaba felizmente: brincaba en los charcos haciendo salpicar el agua acumulada, giraba para que el agua le cayera en todo el cuerpo, incluso abrió la boca para beber agua caída del cielo. Lucía genuinamente feliz haciendo todo eso.
         Fue entonces cuando me percaté de mi sonrisa. Estaba sonriendo porque a ese niño no le importaba estar en un lugar público girando y saltando bajo la lluvia; él era feliz y eso era lo que le importaba. Y yo sólo estaba sentado, mojándome, preguntándome por qué ya no jugaba con la lluvia; por qué ya no pisaba los charcos, sino que los evitaba; por qué no sólo cerraba los ojos y dejaba que el agua cayera sobre mí en lugar de estar sentado observando a un niño.
         Un señor que pasó minutos después me hizo preguntarme con mayor fuerza todas esas cosas. El hombre se quedó parado en la entrada de un edificio, viendo el agua caer y luego caminó tan rápido como pudo, cubriéndose de la lluvia, sólo para entrar al otro edificio que estaba justo enfrente.
         ¿En qué momento dejamos de hacer esas cosas? ¿No se supone que todos tenemos un niño dentro? ¿Por qué nadie más disfrutó la lluvia en ese lugar tal y como ese niño lo hacía? ¿Por qué no lo hice yo? ¿Porque ya no tengo seis años? ¿No podía simplemente ignorar todo lo demás y jugar bajo la lluvia?
         Pude haberlo hecho, pero no lo hice. Y nadie más lo hizo.

         Sólo ese niño, que sólo estaba siendo un niño.


Título de una canción de One Direction.