Para mi Robin: siempre serás tú.
Ese momento, el que nunca pensaste que llegaría, por fin
está aquí, al igual que tú, que sólo observas la última página del diario que comenzaste
a escribir hace casi seis años. Sostienes firmemente la pluma sobre la página,
dispuesto a plasmar las mejores últimas palabras que tu corazón te permita
expresar, pero es inútil.
Hojeas el
diario con cuidado. Aunque a simple vista sólo esté compuesto por un montón de
hojas, sabes que en el fondo es muchísimo más que eso. Cada letra, cada espacio
y cada punto en esas páginas cargan con el peso de la memoria y de las
emociones, pues más que simples hojas, el diario se compone de una recopilación
inmensa de recuerdos de todo tipo: alegres, tristes, perfectos, horribles… y, aun
así, sabes que cada uno de ellos es perfecto a su manera.
Además de
recuerdos, también se compone de retos y experiencias que te llevaron a no ser
la misma persona ingenua e inocente de antes. Ahora lo entiendes. El ser humano
es imperfecto y comete más errores de los que le gustaría admitir; a pesar de
esto, cada uno de ellos te permite aprender y crecer cada vez más, así tropieces
en más de una ocasión con la misma piedra.
Tras hojear el
diario por un momento, te detienes en una de esas páginas por un atractivo
inconsciente para ti. Algo te llama, algo te hace detenerte en ese punto en
específico. Lees con atención hasta que lo encuentras. Tres palabras en una
caligrafía distinta a la tuya, pero que reconocerías donde fuera. El mero
recuerdo te hace sonreír, y lees en voz alta sus palabras tratando de hacerle
algún tipo de justicia fonológica. Te das cuenta de que no puedes dejar de
sonreír y, aunque te sientes algo torpe por ello, en el fondo lo disfrutas.
La nostalgia te
invade. Sabes que ese sentimiento no desaparecerá de la noche a la mañana, especialmente
después de todo lo que ha pasado. Tampoco los pensamientos obsesivos de duda se
irán: ¿qué pasará después? ¿Es acaso un error? ¿Y si no debía ser así? Sin
embargo, te repites que nada es seguro en esta vida, y sabes bien que, aunque duela,
fue la decisión más sensata que se pudo haber tomado.
El diario
termina aquí, pero no por eso la vida se detiene. Tendrás uno en el futuro,
quizá uno que llenes completamente tú sin la mano de alguien más dejando huella
entre sus páginas. Quizá tu coautor haga lo mismo, e incluso podría escribir las
páginas de alguien más, aunque te duela el sólo pensarlo. Sin importar lo que la
vida depare, este largo diario será recordado con algo más que amor, y tú estás
bien con eso.
Finalmente, descubriste
que lo más importante es que lograste entender que no porque algo no sea
perfecto, significa que no sea bueno. Seis años se dice fácil, pero fue en
realidad una montaña rusa de emociones y de sucesos. No obstante, la clave de
todo es el tener la compañía necesaria para hacer de un largo viaje una aventura
maravillosa.